COFRADIA PENITENCIAL DEL SANTO CRISTO DEL AMPARO
Se
funda en 1989, tomando como advocación al Cristo del
Amparo, cuya cabeza llegó a Cáceres, traída, no se sabe
de dónde, por el don Diego Durán de Figueroa que lo
expuso al culto en lo que quedaba de un antiguo humilladero,
situado en el camino al Santuario de la Patrona de Cáceres,
y propiedad de la Cofradía de la Soledad y Santo Entierro,
que el día 2 de julio de 1671 acordaba cederle el Humilladero,
existente junto a la Vía Sacra que conducía al Calv
con la obligación, por parte de Don Diego, de realizar
determinadas obras de reconstrucción y ampliación de
dicho Humilladero. Obligándose también a cuidar del
culto y alumbrario, a lo largo de su vida, así como
a pedir permiso a la Cofradía, si hubiera necesidad
de sacar de allí la imagen, con la condición de que
la limosna que se ¡untase a de ser para él en su tiempo.
Al mismo tiempo, se estipulaba que la imagen y la ermita, a la muerte de don Diego, revertirían a la Cofradía.
Muere don Diego en 1682, con las obras de reconstrucción de la ermita inconclusas, haciéndose cargo de las obras pías y de la memoria de misas, el testamentario de aquel y capellán de estas, don Francisco Durán Berrocal, a cuyo cuidado estuvo la limpieza, mantenimiento de la ermitaña y culto de la ermita; concluyendo también en tal tiempo las obras proyectadas por el finado, sin que nadie, al parecer, cuestionarse su patronato.
Aunque semiderruido en 1672, debajo de un trozo de bóveda, se había instalado precipitadamente la imagen del Cristo del Amparo, que fue llevado hasta allí procesionalmente, según se afirma, en “olor de multitud”.
Fue procesionado más tarde, con motivo de la Misión, celebrada en 1700 en Santa María, según fue el deseo de su director, el franciscano José de Aguilar, que proyectó como colofón de aquella la realización de una Procesión General, presidida por dicho Cristo, el 24 de enero. Hubo disputas entre el testamentario del Licenciado, la Cofradía de la Soledad, porque ésta exigía para sí el derecho a procesionar dicho Cristo, y los párrocos de Santa María y San Mateo que pretendían cada cual por su parte presidir la procesión. Concluyeron todas ellas, cuando el provisor del obispado decretó traer la imagen del Cristo del Amparo a la Ciudad, disponiendo el testamentario don Francisco Durán Berrocal todo lo necesario para la procesión: hombres, andas y horquillas.
Tras este incidente se abrió en el seno de la Cofradía de la Soledad la idea de reivindicar para sí imagen y ermita.
Falleció, entre tanto, en 1701, la primera ermitaña, en la larga lista de las que hicieron posible que la ermita no corriese la misma suerte de destrucción y abandono que sufrió la del Calvario. Era ella Catalina Jiménez, La Cotrina, mujer de gran devoción hacia la imagen del Cristo del Amparo. Como al asunto de la posesión de la ermita y la imagen eran conflictivas, se cerró de momento el templo, hasta tanto se hiciese inventario, allá por el mes de septiembre. Haciéndose después, cargo de la ermita ¡sabe¡, la hija de la ermitaña fallecida.
Las dañadas relaciones entre Cofradía y patrono o testamentario se resolvieron con la propuesta de arreglo que partió de este último, consistente en que durante los trece días que la imagen de Nª. Sra. de la Soledad permanecía en el Calvario no se pondría en la ermita mesa petitoria ni cepillo.
La anual procesión de penitencia se inicia en las últimas horas de la noche del Martes Santo, transcurriendo, en sus inicios, por un camino, donde se mezclan los espacios abiertos y las primeras construcciones del caserío de la Ciudad. Su bajada hacia la Fuente del Concejo es digna de presenciarse desde la vertiente opuesta del cauce de la Ribera cacereña.
Esta Cofradía es de carácter netamente penitencial, no lleva música, se alumbran sus penitentes con faroles, vistiendo túnica negra y capuchón y capa morada. Cuenta la citada cofradía en al actualidad con quinientos setenta y seis hermanos. |