FIESTA DE SAN BLAS Ha sido la que ha pervivido con más fuerza de todas las existentes, tanto que la tarde de su vípera fue por lo menos declarado fiesta local, e incluso el día entero.
De muy pocos años, no más de tres, se traslada el día de la Mesa a el sábado más próximo, y la Festividad (en el Santoral se señala el 3 de Febrero) al domingo que sigue.
El día de la Mesa desde la mañana es grande la demanda de roscas que muy temprano comienzan a expenderse, hay que despabilar, si se quiere terminar con la existencia de tales roscas, que se preparan por miles.
Por la tarde, la Mesa desde la mañana es grande la demanda de roscas que muy temprano comienzan a expenderse, hay que despabilar, si se quiere terminar con la existencia de tales roscas, que se preparan por miles.
Por la tarde, la Mesa de Ofrendas congrega gran concurrencia de platos y de personas que pasean, visitan al Santo en su Ermita, compran los cordones bendecidos, que se colocan las personas devotas del Santo Obispo de Sebaste, cuando tienen afecciones de garganta. La concurrencia es grande por la amplia avenida que, desde la Ermita, se extiende hasta la confluencia de las carreteras de Madrid y Monroy.
En los alrededores de la Ermita se instalan atracciones para los más pequeños, en escenario dispuesto al efecto, durante toda la tarde, se suceden actuaciones folklóricas.
Los trajes típicos de Cáceres, su provincia y región, son llevados con donaire por jóvenes ataviadas como desde siglos, tal vez desde finales del XV lo hicieron sus antepasados.
Con las primeras sombras de la noche, una hilera interminable de personas regresan por diversas calles a sus domicilios, una hilera más despaciosa, pues casi todos lo hacen ascenso, en contraste con la igualmente intensa que en las primeras horas de la tarde “bajada a San Blás”. |