APUNTES GEOGRÁFICOS E HISTÓRICOS Estas
dos comarcas extremeñas, Hurdes y Sierra de Gata, están situadas en el norte de
la comunidad, siendo algunas de sus poblaciones los puntos más septentrionales
de Extremadura, limitando ya con las tierras salmantinas de Castilla y León y
la vecina Portugal. Las lluvias son generosas en estas comarcas
septentrionales, coincidiendo el aumento de pluviosidad con las zonas de más altura
de estas tierras. La climatología benigna trae a Gata y Hurdes unos 14 ºC. De
temperatura media durante todo el año, lo que facilita una vegetación abundante,
incluso en época veraniega. Los ríos son los principales protagonistas
en el poblamiento de esta zonas. El Eljas corre fronterizo con
Portugal, levantándose a sus alrededor núcleos de población importantes, tales
son los casos de Valverde del Fresno, Eljas, Trevejo, San Martín de Trevejo oVillamiel.
La cuenca del río Eljas limita con la del Rivera de Gata que
da vida al embalse de su nombre. El otro río importante de la
Sierra de Gata es el Árrago, alrededor del que nacieron las poblaciones de Robledillo
de Gata, Descargamaría, Santibánez el Alto, Torre de Don Miguel y Cadalso; y cuyas
aguas se detienen para formar el embalse de Borbollón; igualmente vierte aguas
el río Tralgas, que pasa cercano a Torrecillas de los Ángeles y Hernán Pérez.
Ya en tierra de las Hurdes, el río de los Ángeles y aquellos
otros que vierten aguas al Alagón, caso del Hurdano, Ovejuela, Esparaban, río
Ladrillar, o el Malvellido, son los protagonistas hidráulicos para las poblaciones
hurdanas ribereñas, antes de unirse y desembocar éstos en el majestuoso embalse
de Gabriel y Galán, a pocos kilómetros de Caminomorisco, Marchagaz o Casar de
Palomero. Pequeños embalses alegran el paisaje en zona más necesitadas
de aguas como son el de La Pesga, el de Caminomorisco, el de Árrago, el de Perales
del Puerto o el de Atalaya. Todos estos ríos de Gata y Hurdes
tienen un denominador común: la limpieza de sus aguas durante todo el año, lo
que ha prodigado la vida de peces autóctonos entre sus aguas, además de una abundante
vegetación que dan al paisaje ribereño una belleza sin igual en estas tierras,
donde los castaños, robles, olivos, pinos, cerezos etc., completan el verdor y
el colorido característicos de estas dos comarcas. La flora
y la fauna, tan abundantes como diversas, consiguen de estos parajes un lugar
de enorme atractivo para el visitante, que puede contemplar el respeto a la naturaleza,
que es un hecho cotidiano y normal; vital, a la vez que lógico, para poder sobrevivir
el hombre y su entorno. Las sierras que rodean a estas comarcas
poseen lugares muy sugerentes para el visitante. Sus medianas altitudes invitan
a recorrerlas y coronarlas; los amantes de la observación de aves pueden disfrutar
de lugares de distintos anidamientos de especial protección, como los buitres
negros. Se puede disfrutar simplemente por el enorme placer de contemplar unos
paisajes llenos de belleza, en base a contraste de serranías que se inclinan hacia
hermosos valles por los que circulan ríos limpios y claros.
Desde épocas prehistóricas estas tierras nórdicas de Extremadura fueron pobladas
en paulatinos asentamientos que han ido dejando interesantes muestras arqueológicas
o artísticas.
Así es el caso de algunas pinturas rupestres en las serranías cercanas a Aldehuela
y el Gasco, El Cabezo en las Hurdes, o muestras del período megalítico con algunos
dólmenes interesantes en los límites de la Sierra de Gata con el valle del Alagón
y de abundantes estelas, Hernán Pérez, etc., e ídolos y otros restos, en tierras
hurdanas, de la época del Bronce Final. La existencia de oro
y estaño en Sierra de Gata y Hurdes, atrajo a otros pueblos occidentales, que
fueron asentándose desde época prerromana, y sobre todo durante la constitución
de estas tierras como provincia romana, incluyéndose éstas en La Lusitania, cuya
capital, Emérita, distaba casi 200 kms. De estos parajes. En
Robledillo de Gata, Villamiel y Pozuelo de Zarzón se han encontrado testimonios
epigráficos del culto religioso oficial romano, en el panteón clásico, así como
muestras de culto a dioses orientales. No han dejado de aparecer
restos arqueológicos de época visigoda que demuestran igualmente la ocupación
de estas tierras por los pueblos que vinieron a imponerse al anterior orden romano.
No olvidemos que la cercana Coria ya era en época visigoda Sede
Episcopal, en el siglo VI, o bien que estas tierras estuvieron durante siglos
y siglos en primera línea entre avances y retrocesos de musulmanes y cristianos,
y que éstos se fueron alternando en el dominio de ellas. Cristianos, almohades,
órdenes militares de los Templarios o de Alcántara y señoríos serán los dueños
de estas comarcas durante siglos dejando huella de ello en edificios civiles,
religiosos o militares de toda la zona que nos ocupa. Durante
siglos estas tierras pertenecerán al partido judicial de Alcántara o al de Coria,
si bien incluso a finales del siglo XVIII, muchas poblaciones hurdanas y de la
Sierra de Gata salían fuera de la jurisdicción de la Real Audiencia de Extremadura.
El paso de los siglos trajo consigo el olvido por parte de gobiernos
y reyes, de estos lugares que dependían exclusivamente de la escasa agricultura
y la ganadería familiar, a todas luces escasa, y con un ausencia total de vías
de comunicación, lo cual contribuyó que con el tiempo sucumbieran al más increíble
de los atrasos, sobre todo con respecto a otras mucho más favorecidas.
Será en las últimas décadas del siglo XX cuando el empeño de los habitantes de
estas comarcas, luchando contra inconvenientes a veces insuperables, lograran
dar un giro total a la zona, tanto a la imagen de estas tierras, como en las posibilidades
económicas y turísticas de la misma.
La dedicación de recursos de la Administración Autonómica, la Diputación Provincial,
y las administraciones municipales, sumada al buen hacer y al trabajo contínuo
de los naturales de estas bellas localidades, han hecho que estas zonas sean una
de las más frecuentadas por los amantes de los paisajes limpios, las aguas de
ríos y piscinas naturales transparentes o la gastronomía propia y original a base
de productos naturales de la tierra, así como del trato siempre jovial y sincero
de los pobladores de estas sierras y valles. La artesanía es
muy variada en toda la zona, forjados de hierro y labrados en oro en la localidad
de Gata, trabajos de candiles de piedra a base también de lava volcánica como
es el caso de Aldehuela y El Gasco. El trabajo de la madera,
es la que más artesanos tiene en estas tierras, desde las célebres castañuelas
de La Fragosa, Casares de Hurdes y Cereza, pasando por las tallas y fabricación
de silla en Gata; también en La Fragosa se hacen tamboriles y en Asegur se realizan
vistosas flautas de madera. Pinofranqueado y Erías son famosos
por sus sombreros de bálago hechos de paja de centeno. Los cestos
son muy afamados en Casares de Hurdes y Cadalso. No faltan buenas
labores en encajes de bolillos y ganchillos en Acebo y Hoyos, famos también por
sus bordados, abundantes éstos en todas las Hurdes. Las fiestas
no faltan por estas sierras, donde carnavales y la Semana Santa tienen un sabor
admirable y especial, por sus gentes, por el clima y el entorno, así como la celebración
de los respectivos santos patronos locales. Mención especial para la Fiesta del
Día de Hurdes, y la Enrramá, que el 23 de agosto se celebra en Pinofranqueado
y está declarada Fiesta de Interés Turístico Regional. Con respecto
a la gastronomía es digno de mencionar los platos que dependen del cabrito y del
cerdo, célebre son sus matanzas y sus embutidos de un sabor serrano muy particular,
caso de los chorizos y morcillas de calabaza, así como lomos y jamones.
El aceite de Sierra de Gata y Hurdes es muy apreciado dentro y fuera de estas
comarcas. Conocidos y apreciados son los vinos de pitarra y
aguardiente de Robledillo de Gata, Cilleros, San Martín de Trevejo, Villamiel
y Valverde de Fresno, guardados en “bóvedas” y bodegas debajo de las viviendas
serranas, bien de piedra o entramado. Los platos de habichuelas y ollas con “asaura”
son famosas en las Hurdes, los peces en Riomalo de Abajo y Arrolobos; y en Hoyos
las setas, abundantes y exquisitas, combinadas con jamón, tienen un puesto importante
en las mesas de esta localidad. En repostería y frutales sobresalen las famosas
castañas, cerezas e higos, de las Hurdes, y las naranjas de la Sierra de Gata
que son conocidas y apreciadas. Abundan los dulces caseros tales
como tortas, hornazos, o los “piñonatis”, y tienen fama los roscones de Santibánez
el Alto, las perrunillas de La Pesga, las roscas de huevo en Descargamaría, roscas
de pan de Pinofranqueado, bollos, bizcochos de parías en San Martín de Trevejo,
cañas en Villamiel, flores y tiroletes en Cabezo. |