El
palacio de Carvajal, adquirido por la Diputación cacereña
para instalar en él la sede del “Patronato de Promoción del
Turismo y la Artesanía de la provincia de Cáceres”, es una
edificación entre gótica y renacentista levantada hacia la
segunda mitad del s. XV y principios del XVI.
Situado en los intramuros de la ciudad, frente al ábside de la iglesia concatedral de Santa María, cerrando en cierto modo un marco de incomparable belleza, constituye un típico exponente del concepto, aún medieval de casa señorial, índice de poder, cultura y riqueza, y de edificación protectora y defensiva, con su torre de vigía y ataque y escasas ventanas al exterior.
Difícil de precisar, como tantas otras, es la genealogía familiar, cuyas ramas y raíces se extienden por toda España y por América. Dato cierto es que el Palacio de Carvajal lo mandó construir Pedro de Carvajal, casado con Maria de Mayoralgo; que fue después de los condes de Torre Arias y que, al casar la primogénita de éstos, Cecilia de Carvajal, con García Golfín Portocarrero, pasó a engrosar el patrimonio cultural de los Golf mes, famosa familia cacereña que allá en su tumba, según reza el epitafio, “esperan el juicio de Dios”.
Vendido más tarde a Fernando Muñoz y Fernández de Soria, cuya familia jugaría importantes papeles en el periodo de la Restauración, a Finales del s. XIX sufrió un pavoroso incendio, que lo mantuvo, por mucho tiempo, en estado de ruinas e hizo que popularmente se conociera con el sobrenombre de “Casa Quemada”, hasta que en 1960 una descendiente del linaje de los Carvajales, Dolores Carvajal, casada con Álvaro Cavestani, procedió a su reconstrucción.
La Diputación Provincial de Cáceres, que lo adquirió de los herederos de estos últimos en 1985, no tuvo más que proceder a leves reformas para adaptarlo al uso al que se iba a destinar, así como a amueblarlo en buena parte.
Entre dos calles, la de la Amargura y la de Tiendas, en su fachada principal, sencilla y majestuosa, de sillería granítica, una línea simétrica une la gran portada, de arco de medio punto, con el escudo de los Carvajal, la rematan,de un lado, un bello balcón de esquino, de orco apuntado, y del otro, uno torre redonda con mampostería, con pequeños vanos, que algunos expertos consideran de estilo almohade y de finales del s. XII.
La fachada a la calle Tiendas es de la mismo sobriedad: ventanas las de abajo con rejos y balcones adintelados con balaustrados de hierro en el piso superior.
En el interior, tras su amplio vestíbulo, con bóvedas de aristas y austeros muebles de la época renacentista, se poso al patio que hace de distribuidor de todas las dependencias de la planta baja, la mayor parte de las cuales están ocupadas por el Patronato de Promoción del Turismo y la Artesanía. Es un claustro rectangular con bóvedas de ladrillo asentadas sobre seis columnas góticas, con capiteles poligonales pometeados, fustes lisos y sencillas basas de moldura.
A través de él se accede al jardín, bello espacio con setos y flores, de distintas alturas y en el aún se alza una hermosísima higuera que la tradición popular cuenta como milenaria. En él se celebran, cuando el clima lo permite, recepciones y pequeños conciertos para grupos reducidos de visitantes.
La capilla, también en la planta baja, ocupa el piso inferior de la torre. Es una pequeña estancia circular, con ventana abocinada y un pequeño altar, a la que remota una bóveda hemisférica. |